lunes, 1 de febrero de 2016

CONSECUENCIAS DE LA INTERVENCIÓN DE LOS BANCOS CENTRALES EN LA ECONOMÍA

Estamos viendo desde hace ya algunos años como los Bancos Centrales de varios países están interviniendo en las diferentes economías del mundo (EEUU, la UE, Japón, etc.) para, supuestamente, impedir que descarrilen. El sistema más utilizado está siendo la llamada expansión cuantitativa ("Q.E." en sus siglas en ingles), es decir, incrementar la cantidad de dinero en circulación.

Se están utilizando varios sistemas para ello, desde luego más sofisticados que la comúnmente llamada "maquinita de hacer billetes", en los que no vamos a entrar en detalle por no ser el objeto de este post.

Sí interesa analizar las consecuencias de esas políticas, ahora que ya podemos por el paso del tiempo. En efecto, al principio de las diferentes Q.E. todos los economistas temían un repunte galopante de la inflación, siguiendo las más clásica teorías económicas keynesianas imperantes. Y sin embargo, nada de eso ocurrió: no solo la inflación no subió, sino que descendió a hasta límites nunca vistos. Y en eso estamos aún. En los últimos años han subido las bolsas casi de todo el mundo (la economía financiera), pero la economía real no ha sido inflacionaria. Hasta ahora nadie parecía dar con la razón de ello.

Uno  de los capítulos ("Growing Global: Lessons for the New Enterprise, por Michael Spence,Premio Nobel de Economía en 2001, y Kevin M. Warsh) del recientemente publicado libro de la Hoisington Quarterly Review and Outlook, de Noviembre 2015, parece que da en el clavo. Y es que los muy cuantiosos fondos liberados por los bancos centrales han ido a parar a la economía financiera, pero no a la economía real. El dinero creado ha ido y venido circulando entre bancos privados y bancos centrales, gobiernos y bancos, instituciones internacionales y gobiernos, etc., pero no han llegado al público.

Al no llegar a la economía real, los precios no han sido alterados por ningún mecanismo de oferta y demanda, o de inversión o inventario, y se han quedado donde estaban, o casi. Resultado: inflación muy baja en casi todo el mundo, salvo algunos casos aislados por motivos extra-económicos.

El autor quiere aquí añadir algo más de su cosecha: las Q.E. no han influido en la economía real porque la velocidad de inyección de los nuevos capitales ha sido demasiado alta (en un entorno de velocidades del dinero muy bajas) para lo que la economía real podía absorber. Si en vez de inyectar 60000 M€ todos los meses, como hace el BCE (o 95000 M USD como hacía la Reserva Federal), se crease dinero más lentamente, daría tiempo a que las empresas y las personas lo pudiesen utilizar. Con estas velocidades actuales, lo único que pueden hacer los bancos que reciben los fondos es ponerlos a generar réditos en depósitos en los propios bancos centrales. Y es lo que de hecho están haciendo.

No hay tantos demandantes de crédito en las economías mundiales como para solicitar tantos fondos a la vez.

A lo peor, quien sabe, quizá tantos fondos juntos al final pueden acabar dando la razón a Keynes y desencadenar una inflación galopante de pronto y casi sin avisar...

Se podría intentar variar el ritmo de las Q.E. y que fuesen más continuadas pero menos agresivas. ¿Porqué alguien no lo prueba?


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