viernes, 24 de mayo de 2013

GRACIAS, JAPÓN

Hoy publica The Economist un artículo que se acompaña con una foto que muestra a los principales líderes políticos europeos caminando juntos hacia un abismo. El texto del artículo avisa del próximo fin del euro, e incluso de la Eurozona, si dichos líderes no toman medidas drásticas de forma inmediata. The Economist apunta que la cuestión no es si, sí o no, esta ruptura se va a producir, sino cuándo tendrá efecto. Las medidas propuestas por el diario para evitarlo son las que tan habitualemente leemos en la prensa local: una mayor integración bancaria y una mayor coordinación de las políticas económicas individuales.

Sin entrar en las consecuencias que para España podría tener una desaparición del euro, sobre lo que este bloguero ya se pronunció hace algunos meses, cabe insistir sobre la "languidez", en expresión pública reciente, con que se mueven nuestros dirigentes ante el panorama macro-económico que se les presenta. Parece que todo va según lo planeado, y que el futuro que nos espera será brillante a término.

Y todo porque en las últimas semanas se han relajado las tensiones financieras que se cernían sobre las economías europeas más castigadas, como la nuestra. Todo les parece indicar que ello no es más que una consecuencia natural de las políticas económicas que están implementando.

Lo curioso es que no muchos parecen fijarse en que la susodicha relajación se corresponde casi exactamente en el tiempo (durante el pasado Abril) con lo que se ha dado en llamar la "Abenomics", es decir, la política de brutal creación de dinero nuevo por parte del Banco de Japón, promovida por su Primer Ministro, el Sr. Abe. El Banco de Japón va a crear moneda nueva, según lo expresado por el Sr. Kuroda, su nuevo Presidente, hasta doblar en los dos próximos años la cantidad de dinero actualmente en circulación . Su objetivo declarado es que la variación de precios en Japón suba hasta el 2% anual. El sistema utilizado es, como hace la Reserva Federal, la compra masiva de bonos soberanos.

Si aunamos esta agresiva política monetaria con la no menos agresiva que, al mismo tiempo, están llevando a cabo la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, junto con las medidas algo más tímidas del BCE, por no citar a otros Bancos Centrales asiáticos que tienen menos impacto mediático, tendremos que concluir que la aparente mejora de los mercados financieros que fijan las primas de riesgo españolas no es debida a ningún repentino cambio de percepción internacional sobre nuestra economía, sino a los muy poderosos factores externos que se han desatado fuera de nuestro ámbito de actuación.

Las consecuencias de la actuación de Japón en su propio mercado han sido inmediatas y beneficiosas: subidas signifactivas en la bolsa japonesa, subida en la tasa de exportaciones tras una rotunda bajada del valor de su moneda, subida del mercado de compraventa de inmuebles, etc. Bien es verdad que ese estímulo, que se ha acompañado con contundentes reformas estructurales, no puede ser eterno, porque la deuda soberana japonesa es ya la mayor de mundo en relación con su PIB (aunque se financie en su mayor parte con recursos locales, y no con recursos externos, por lo que su efecto pernicioso es mucho más reducido), y no puede crecer indefinidamente.

Pero por el momento la cosa funciona, y de paso nos ha ayudado a todos los que estábamos en el punto de mira financiero internacional. Así pues: Gracias, Japón. Lo que resulta preocupante es que nuestros dirigentes parecen creer que la mejora se debe únicamente a la aprobación internacional de sus medidas de austeridad (?), y por tanto no comprenden la urgente necesidad de aprovechar la clarita para reformar tantas cosas que aún quedan por retocar.